La importancia de las membranas mucosas en nuestras vías respiratorias

Para que un virus infecte la garganta, los senos paranasales, las vías respiratorias o los pulmones primero debe atravesar o ingresar al cuerpo a través de la membrana mucosa. Es la primera barrera frente a la infección; el sistema inmunitario es la segunda línea de defensa. Hay dos rutas para que un virus ingrese a los pulmones y cause daños graves. La ruta principal es a través del tracto respiratorio, la otra es a través del tracto gastrointestinal.

La membrana mucosa del tracto respiratorio que recubre nuestras vías respiratorias es la primera línea de defensa contra una infección viral. Esta está conformada principalmente por las células conocidas como células epiteliales ciliadas. Estas células tiene su superficie externa cubierta por estructuras que parecen vellos llamadas cilios. Los cilios se forman en conjuntos y actúan como cepillos para mover hacia arriba las secreciones del tracto respiratorio, los microorganismos y los residuos y eventualmente expulsarlos por la nariz o la boca. Sobre las células epiteliales ciliadas están dos capas de mucosidad. La mucosidad es producida por otro tipo de célula epitelial llamada célula caliciforme. Una versión menos densa de mucosidad yace entremezclada con los conjuntos de cilios mientras que una capa más densa se asienta sobre ese estrato. La mucosidad está compuesta de mucina, que es como se denomina a una red de proteínas ligadas con azúcares.

La membrana mucosa y la mucosidad están especialmente diseñadas para evitar que cualquier microorganismo o partícula ingrese a los pulmones. Dentro de los pulmones se encuentran células epiteliales especializadas que no tienen cilios. Tampoco hay células caliciformes en los pulmones. En los pulmones solo hay células epiteliales muy delgadas, tejido conectivo y capilares sanguíneos, todos diseñados para llevar a cabo la función de transportar oxígeno a la sangre e intercambiarla por dióxido de carbono. Cuando la materia particulada o los microorganismos entran a los pulmones se produce de una situación muy seria, ya que hay muy poca protección ahí. La importancia de la salud de la mucosidad y del recubrimiento de las vías respiratorias en la prevención de las infecciones virales no puede dejar de subrayarse, ya que las condiciones asociadas con el funcionamiento deficiente de esta línea de defensa guardan relación con un mayor riesgo de sufrir una infección más seria.

Proteger la ruta gastrointestinal de la infección

La ruta secundaria por la que un virus ingresa al cuerpo es el tracto gastrointestinal. Dentro del tracto gastrointestinal, hay una serie de factores protectores aparte del recubrimiento de la mucosidad. Las adiciones más notables son las secreciones digestivas como el ácido gástrico y las enzimas digestivas. La estructura del sistema inmunitario en el intestino también es mucho más grande. Si un virus puede evitar estos factores protectores e infectar el tracto gastrointestinal, este puede ingresar al torrente sanguíneo y también infectar los pulmones. Otro factor que incrementa mucho el riesgo de infección a través de la ruta secundaria es la falta de enzimas digestivas. Es bien sabido que la insuficiencia de enzimas pancreáticas es uno los principales factores de riesgo para todas las infecciones respiratorias. De hecho, la terapia de reemplazo de enzimas es una estrategia médica clave para reducir el riesgo de infecciones pulmonares en estos pacientes. Las enzimas que digieren la proteína, las proteasas, pueden digerir no solo las proteínas en los alimentos, sino que además las proteínas en las paredes celulares del virus. Los virus contienen proteínas que sobresalen de sus membranas celulares y que desempeñan roles fundamentales en el proceso de infección. Sin estas proteínas, el virus simplemente no puede ingresar a las células humanas. Los suplementos de proteasas también son efectivos para reforzar la barrera de mucosidad en las vías respiratorias.

¿Qué determina la gravedad de la infección respiratoria?

La diferencia entre una infección leve o severa parece estar basada en unas cuantas cosas. Lo más importante es la carga viral a la que la persona se ve expuesta en un inicio. Si la carga viral a la que se ve expuesta una persona es bastante alta, entonces el riesgo de sufrir una infección más grave se incrementa mucho. 

Otro factor que determina la gravedad de la infección respiratoria podría ser la capacidad del virus de viajar por el tracto respiratorio hacia los pulmones. Una infección del tracto respiratorio, por lo general, comienza en la nariz y desciende por las vías respiratorias. Cuanto mayor sea la profundidad que alcance, mayor será la severidad o gravedad de la infección. Recuerde que las células pulmonares tienen poca protección. Durante una infección viral de los pulmones, las células epiteliales pulmonares no solo son dañadas por el virus infeccioso, sino que también son dañadas por la respuesta inmunitaria del cuerpo frente a la infección. Si la respuesta y limpieza del sistema inmunitario son rápidas, la infección puede ser contenida y eliminada en unos pocos días. Sin embargo, si la respuesta inmunitaria es insuficiente o demasiado agresiva, esto puede dar lugar a un daño considerable.

Cómo reforzar la primera línea de defensa 

De acuerdo con lo señalado anteriormente, debería estar claro que el primer paso para reforzar nuestras defensas contra una infección respiratoria o cualquier organismo que ataque nuestro tracto respiratorio es fomentar la producción de una barrera mucosa efectiva. Aquí se presentan algunas estrategias clave: 

  • Hidratación adecuada.
  • Brindar nutrientes clave para la función epitelial y la producción de mucina (los componentes de la mucosidad).
  • Utilizar fórmulas de enzima proteasa.
  • Considere usar suplementos con N-acetilcisteína (NAC).

La hidratación adecuada es clave

El agua es fundamental para la salud de las membranas mucosas. La mucina producida por las células epiteliales es "seca", de otra manera no habría suficiente espacio dentro de la misma célula. Las mucinas pueden reunir hasta 1000 veces su peso en agua. Sin una cantidad adecuada de agua, estas no pueden crecer. ¿Se acuerda de los juguetes que crecen? Esos juguetitos baratos que crecen después de que los deja en agua. Así es como se forma la mucosidad. Por lo tanto, una cantidad adecuada de agua es fundamental para la función de la mucosidad. Los humidificadores podrían ayudar a mantener las vías respiratorias húmedas, pero garantizar la hidratación adecuada desde el interior es fundamental para la correcta función de la barrera. 

Nutrientes clave para fomentar una barrera mucosa efectiva

La deficiencia de cualquier vitamina o mineral esencial puede producir una alteración en la barrera mucosa. Las células epiteliales necesitan un suministro constante de nutrientes a fin de reproducirse de forma apropiada y llevar a cabo sus funciones estructurales y de producción. Estas células no solo producen mucina, sino que además producen muchas otras sustancias protectoras que son fundamentales para combatir los virus y organismos dañinos. Tomar una fórmula de varias vitaminas y minerales también es fundamental. Tome una que brinde al menos la dosis diaria recomendada para los nutrientes clave como la vitamina ACD; las vitaminas B; y zinc, ya que estos nutrientes son especialmente importantes. Dado que la mayoría de los multivitamínicos ahora contienen beta-caroteno como fuente de vitamina A, también recomendaría tomar una vitamina A adicional en forma de retinol. Esta forma tiene una acción antiinfecciosa más directa.

Vitamina A

La vitamina A fue la primera vitamina liposoluble en ser descubierta, pero ese no es el único motivo por el que se llama "A" (se le dio ese nombre para indicar sus propiedades "antiinfecciosas"). La vitamina es absolutamente fundamental para la salud y la función de las membranas mucosas. En general, las personas con deficiencia de vitamina A son más susceptibles a las enfermedades infecciosas, pero en especial a las infecciones virales. Se ha demostrado que el uso de suplementos de vitamina A produce beneficios significativos en la mejora de la función inmunitaria durante las infecciones virales, especialmente al combatir los virus del tracto respiratorio. 

Las variaciones en las dosis de vitamina A reflejan la finalidad del uso. Durante los meses de resfríos y gripe, para reforzar la salud de la mucosa y del sistema inmunitario, las dosis de 3000 mcg (10 000 UI) para hombres y 1500 mcg (5000 UI) para mujeres son seguras. Durante una infección viral aguda, una dosis oral única de 15 000 mcg o 50 000 UI por uno o dos días es segura, siempre y cuando la probabilidad de quedar embarazada sea NULA. Debido a que las dosis altas de vitamina A durante el embarazo pueden producir defectos congénitos, las mujeres en edad de procrear no deberían usar más de 1500 mcg (5000 UI) de suplemento de vitamina A por día. La misma advertencia es válida durante el período de lactancia.

Vitamina D

En el caso de la vitamina D, también es importante tomar un poco más de lo que normalmente se encuentra en una fórmula con varias vitaminas y minerales. Cada vez hay más estudios que muestran que los niveles bajos de vitamina D aumentan el riesgo de sufrir infecciones respiratorias por virus. Dado que podemos producir vitamina D en nuestra piel cuando esta interactúa con la luz solar, obviamente para muchas personas existe la tendencia natural a producir menos vitamina D durante los meses de invierno. El complementar la dieta con vitamina D adicional puede ayudar a evitar esta caída en los niveles de vitamina D durante el invierno. 

Durante los meses de invierno, la mayoría de los expertos recomiendan tomar 5000 UI por día para los adultos y niños mayores de 10 años. Para los niños menores de 1 año, la dosis es de 1000 UI; para los niños entre los 2 y 4 años, la dosis es 2000 UI; y para los niños entre los 4 y 9 años, la dosis sugerida es de 3000 UI por día. 

Utilizar fórmulas con enzima proteasa

Ciertas enzimas proteasas han mostrado beneficios en la mejora de la composición, características físicas y función de la mucosidad. Las proteasas a menudo son usadas en las fórmulas digestivas para ayudar en la descomposición de la proteína nutricional. Cuando se toma en ayunas y antes de la hora de la comida, estas proteasas son absorbidas en el torrente sanguíneo para ejercer efectos sistémicos, incluyendo efectos sobre la mucosidad. 

La proteasa mejor estudiada es la mucolasa: una proteasa fúngica especial con acciones confirmadas sobre la mucosa del tracto respiratorio. Un estudio clínico observó el efecto de la mucolasa sobre la mucosidad en los pacientes con bronquitis crónica. A los pacientes se les asignó de manera aleatoria la administración de proteasa o un placebo por diez días. Mientras que el placebo no tuvo efecto alguno sobre la mucosidad, la mucolasa produjo cambios significativos en viscosidad (densidad) y elasticidad (elongación) al final del tratamiento. De hecho, la mejora en la estructura y función de la mucosidad fue evidente hasta ocho días después de terminado el tratamiento.

En otro estudio de tipo doble ciego de diez días, se demostró que la mucolasa no solo mejoró la viscoelasticidad de la mucosa, sino que además redujo la inflamación en las vías respiratorias. Otras proteasas como la bromelina y la serratiopeptidasa han mostrado efectos similares. La mucolasa, bromelina y serratiopeptidasa reducen la densidad de la mucosidad a la vez que incrementan la producción de mucosidad e incrementan dramáticamente el transporte ciliar de la mucosidad. El efecto neto es la producción de una cantidad mucho mayor de mucosidad que es efectiva para neutralizar los microbios y eliminarlos del cuerpo. Además de potenciar los efectos mecánicos de la mucosidad, las proteasas pueden hacer que los factores protectores especiales de la mucosidad neutralicen más eficazmente los organismos invasores. Algunos de los factores protectores secretados en la mucosa son la inmunoglobulina A (IgA) secretora, varias proteasas inhibidoras provenientes de los glóbulos blancos que bloquean virus, el óxido nítrico y la lactoferrina.

La N-acetilcisteína y la salud respiratoria

La N-acetilcisteína (NAC) es un aminoácido que contiene azufre y que posee un largo historial de uso como agente modificador de la mucosidad para reforzar el tracto respiratorio. También es usada en el cuerpo para formar glutatión: el principal antioxidante para todo el tracto respiratorio y los pulmones. Las personas que están expuestas al humo u otras toxinas respiratorias o que sufren de afecciones asociadas con la inflamación como la diabetes, obesidad y otras afecciones crónicas, tienen menores niveles de glutatión. El uso de suplementos con NAC puede aumentar los niveles de glutatión y ayudar a proteger los pulmones y el tracto respiratorio.

La NAC también es un agente modificador de la mucosidad. La NAC ayuda a reducir la viscosidad de las secreciones bronquiales. También se ha descubierto que la NAC mejora la capacidad de los cilios del tracto respiratorio para eliminar la mucosidad, aumentando la tasa de eliminación en un 35 %. Como resultado de estos efectos, la NAC puede mejorar la función bronquial y pulmonar, reducir la tos y mejorar la saturación de oxígeno en la sangre cuando el tracto respiratorio está siendo puesto a prueba. Para reducir el riesgo de infección y aumentar los niveles de glutatión en los pulmones, la dosis, por lo general, es de 500 a 1000 mcg por día. Para usarse con el fin de reducir la densidad de la mucosidad, la dosis típica es de 200 mg de tres a cuatro veces por día.

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